El tío Pedro "el de las ollas" y Matías, "el de los pollos" a pesar de lo temprano y lo frío de aquella mañana de lunes de octubre, habían estacionado sus respectivas camionetas y estaban terminando de instalar sus puestos de venta. El primero encima de la plaza, más o menos a la altura del actual bar los Candiles, el segundo, mi tío Matías, junto al banco en esquina enfrente de la casa de Evangelista (Palacio del marques de Cadímo). Era lunes, día de mercado en Cúllar, y los vendedores iban llegando poco a poco. En la plaza de abajo, los Torres, incluidos mis buenos amigos Diego el "grande" y Diego el "chico", estaban montando los artesanos mostradores de tablas para colocar la fruta.
El desfile de caballos, mulos y borriquillos en dirección a los pilares empezaba a ser notable. Se notaba más animación de la normal por lo inminente del comienzo de la Feria, una de las más importantes de Andalucía en lo referente a las transacciones de ganado, especialmente de caballerías.
Las posadas empezaban a tener clientela de marchantes y feriantes y en los próximos días se pondrían a rebosar. No eran pocas las que había ya que eran necesarias para albergar a tantos visitantes a la feria y que, aun así, tenían que hospedarse, en muchos casos, en casas particulares.
Las plazas de arriba y de abajo empezaban a tener ambiente pues la gente iba llegando poco a poco. Los unos con perspectivas de vender, los otros de comprar, y algunos más de ambas cosas. Las barberías de Manolo "el Botanas", la de Segundo, La de Cándido en la calle Honda, la de Pepe "el piojo" y todas las demás habían ya empezado a atender a sus clientes. El aguardiente se deslizaba por las gargantas de muchos parroquianos que se iban reuniendo en las tabernas y bares que existían por la zona. La taberna de la Tía María la de los Garbanzos, el Bar del Tenaco, en la Topeta, en el Pollito, en el bar España o en el bar de la Kika.
El tío Antonio el gurullo salía de la posada a lomos de su borriqquilla dispuesto a realizar la labores del campo propias de esas fechas y estar de vuelta pronto para no perderse las horas centrales del mercado. Las numerosas tiendas de esa época abrían sus puertas. El tío Rafael Ontiveros, Marcelino Alarcón, Antonio el de la Venta, Andrés Gonzalez,José María el de dos Santiago, Campanitas, Pedro el Rubio, Rogelio, formaban parte, entre otros, de ese abundante numero de comerciantes establecidos en las cercanías del mercado. La Tomatilla, aunque ya no era época de helados, se preparaba con toda su batería de chucherías y con el reclamo de los futbolines por si acaso llegaban algunos clientes madrugadores.
En medio de todo este ambiente se escuchó al tío Domingo pregonando con su potente voz la llegada de la camioneta del pescao de esta guisa: "pescao fresco, sardina, boquerón, jurel, boga, bonito, que ha venio ahora mismo".
Al mismo tiempo, Don Manuel el cura pasaba con su vespa en dirección a la carretera para realizar su visita diaria a la Casa de Caridad. El alcaldillo estaba colocando en la puerta de la ferretería los útiles de obra y labranza correspondientes para que sirvieran de reclamo a todos aquellos que pasaban en dirección a las tabernas de la Tía María, la Cuña o al estanco.
Cada vez circulaba más gente en las calles adyacentes a la plaza y de esa manera comenzó a discurrir un lunes de mercado especial ya que esa misma mañana comenzaron a llegar los feriantes habituales: Concha y los turroneros de siempre, el "moro" con su caseta verde, la tombola, las barcas y los columpios que fueron apilando el material en las dos plazas para empezar a montar sus atracciones cuando se disolviera el mercado y hubiera menos trasiego.
En la plaza de abajo ya estaba funcionando la ruleta en la que con un poco de suerte te podías llevar un cigarro o un llavero. También estaban por allí los trileros de todos los años que se andaban con mucho cuidado por si la guardia civil pasaba por las proximidades.
En la puerta del local donde Vicente el de la luz, mi padre, tenia una pequeña tienda de aparatos de radio sonaba un chotis procedente de un organillo al que a golpe de manivela manejaba con primor su dueño. Mientras tanto, en la puerta de Los Claveles, un ciego recitaba los romances de mayor éxito del momento:" los amantes de Teruel tonta ella y tonto el", el romance de las tres morillas, y, por supuesto, los romances locales de máxima actualidad como aquel inolvidable que todos los de mi generación recordamos. "En el pueblo de Cúllar Baza de la provincia de Granada había un feliz matrimonio con una hija muy guapa........"Este romance narraba con precisión y sin sutilezas los acontecimientos originados al "llevarse" un joven a su novia y las catástrofes posteriores que sucedieron.
El correo de Vélez estaba llegando en ese momento a respostar en la gasolinera tras haber dejado a todos los procedentes del Cririvel, las Vertientes y la Venta Quemada que descargaran sus pertenencias para el mercado.
Este relato se compone de distintas instantáneas guardadas en mi memoria y que, por supuesto, sin pretender ser un retrato real del Cúllar de finales de los años cincuenta, pueden suponer algunas pinceladas para que cada uno de los que lo leáis, y seáis como mínimo cincuentones, tengáis la posibilidad de añadir nuevos trazos que puedan completar un cuadro aproximativo de como fue nuestro pueblo en esos días. Seguramente nuestros nietos, el que los tenga, se sorprenderán.
Paisajes desde el campanario me ha parecido un buen título. El campanario era para mí un lugar especial donde podías contar y oír chiste verdes sin que nadie te censurara por ello, te podías fumar un cigarro sin riesgos, o, realizar acrobacias agarrándote a las campanas para ir deteniendo el vuelo. Era un lugar en donde Juanito "el monecillo" y el "pinocho" nos enseñaban los pormenores del repique segun fuera fiesta, duelo, fuego o misa. Tambien comentabamos las picardias propias de la edad y cuales niñas nos tenián el alma en vilo a cada uno.
En resumen, era el santuario donde en aquellos tiempos nos podíamos sentir un poco libres aunque solo fuera por un rato y mirar el pueblo desde una perspectiva diferente. Lo pasámos bien allí.
El desfile de caballos, mulos y borriquillos en dirección a los pilares empezaba a ser notable. Se notaba más animación de la normal por lo inminente del comienzo de la Feria, una de las más importantes de Andalucía en lo referente a las transacciones de ganado, especialmente de caballerías.
Las posadas empezaban a tener clientela de marchantes y feriantes y en los próximos días se pondrían a rebosar. No eran pocas las que había ya que eran necesarias para albergar a tantos visitantes a la feria y que, aun así, tenían que hospedarse, en muchos casos, en casas particulares.
Las plazas de arriba y de abajo empezaban a tener ambiente pues la gente iba llegando poco a poco. Los unos con perspectivas de vender, los otros de comprar, y algunos más de ambas cosas. Las barberías de Manolo "el Botanas", la de Segundo, La de Cándido en la calle Honda, la de Pepe "el piojo" y todas las demás habían ya empezado a atender a sus clientes. El aguardiente se deslizaba por las gargantas de muchos parroquianos que se iban reuniendo en las tabernas y bares que existían por la zona. La taberna de la Tía María la de los Garbanzos, el Bar del Tenaco, en la Topeta, en el Pollito, en el bar España o en el bar de la Kika.
El tío Antonio el gurullo salía de la posada a lomos de su borriqquilla dispuesto a realizar la labores del campo propias de esas fechas y estar de vuelta pronto para no perderse las horas centrales del mercado. Las numerosas tiendas de esa época abrían sus puertas. El tío Rafael Ontiveros, Marcelino Alarcón, Antonio el de la Venta, Andrés Gonzalez,José María el de dos Santiago, Campanitas, Pedro el Rubio, Rogelio, formaban parte, entre otros, de ese abundante numero de comerciantes establecidos en las cercanías del mercado. La Tomatilla, aunque ya no era época de helados, se preparaba con toda su batería de chucherías y con el reclamo de los futbolines por si acaso llegaban algunos clientes madrugadores.
En medio de todo este ambiente se escuchó al tío Domingo pregonando con su potente voz la llegada de la camioneta del pescao de esta guisa: "pescao fresco, sardina, boquerón, jurel, boga, bonito, que ha venio ahora mismo".
Al mismo tiempo, Don Manuel el cura pasaba con su vespa en dirección a la carretera para realizar su visita diaria a la Casa de Caridad. El alcaldillo estaba colocando en la puerta de la ferretería los útiles de obra y labranza correspondientes para que sirvieran de reclamo a todos aquellos que pasaban en dirección a las tabernas de la Tía María, la Cuña o al estanco.
Cada vez circulaba más gente en las calles adyacentes a la plaza y de esa manera comenzó a discurrir un lunes de mercado especial ya que esa misma mañana comenzaron a llegar los feriantes habituales: Concha y los turroneros de siempre, el "moro" con su caseta verde, la tombola, las barcas y los columpios que fueron apilando el material en las dos plazas para empezar a montar sus atracciones cuando se disolviera el mercado y hubiera menos trasiego.
En la plaza de abajo ya estaba funcionando la ruleta en la que con un poco de suerte te podías llevar un cigarro o un llavero. También estaban por allí los trileros de todos los años que se andaban con mucho cuidado por si la guardia civil pasaba por las proximidades.
En la puerta del local donde Vicente el de la luz, mi padre, tenia una pequeña tienda de aparatos de radio sonaba un chotis procedente de un organillo al que a golpe de manivela manejaba con primor su dueño. Mientras tanto, en la puerta de Los Claveles, un ciego recitaba los romances de mayor éxito del momento:" los amantes de Teruel tonta ella y tonto el", el romance de las tres morillas, y, por supuesto, los romances locales de máxima actualidad como aquel inolvidable que todos los de mi generación recordamos. "En el pueblo de Cúllar Baza de la provincia de Granada había un feliz matrimonio con una hija muy guapa........"Este romance narraba con precisión y sin sutilezas los acontecimientos originados al "llevarse" un joven a su novia y las catástrofes posteriores que sucedieron.
El correo de Vélez estaba llegando en ese momento a respostar en la gasolinera tras haber dejado a todos los procedentes del Cririvel, las Vertientes y la Venta Quemada que descargaran sus pertenencias para el mercado.
Este relato se compone de distintas instantáneas guardadas en mi memoria y que, por supuesto, sin pretender ser un retrato real del Cúllar de finales de los años cincuenta, pueden suponer algunas pinceladas para que cada uno de los que lo leáis, y seáis como mínimo cincuentones, tengáis la posibilidad de añadir nuevos trazos que puedan completar un cuadro aproximativo de como fue nuestro pueblo en esos días. Seguramente nuestros nietos, el que los tenga, se sorprenderán.
Paisajes desde el campanario me ha parecido un buen título. El campanario era para mí un lugar especial donde podías contar y oír chiste verdes sin que nadie te censurara por ello, te podías fumar un cigarro sin riesgos, o, realizar acrobacias agarrándote a las campanas para ir deteniendo el vuelo. Era un lugar en donde Juanito "el monecillo" y el "pinocho" nos enseñaban los pormenores del repique segun fuera fiesta, duelo, fuego o misa. Tambien comentabamos las picardias propias de la edad y cuales niñas nos tenián el alma en vilo a cada uno.
En resumen, era el santuario donde en aquellos tiempos nos podíamos sentir un poco libres aunque solo fuera por un rato y mirar el pueblo desde una perspectiva diferente. Lo pasámos bien allí.
Me alegro de que vuelvas a publicar en elblog. Lo leo y, no sólo lo imagino, sino que lo escucho y hasta lo huelo. Una preciosidad de relato querido hermano.
ResponderEliminarSubo el enlace a facebook
Paisajes desde el campanario". No sé como te acuerrdas de tantos nombres de personas, bares, tiendas, amigos... Pero así eran las cosas.
ResponderEliminarVicen.
Hola hermano, acabo de entrar en tu blogg y he disfrutado con tu relato de los días de mercado de Cúllar, justo por estas fechas. Me ha traído a la memoria todas esas experiencias que hemos vivido de niños y a todas esas personas a las que citas, tan entrañables.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Muchos besos
Mª carmen
No puedo colgar comentarios en el blogg pero me ha encantado!!, el blogg te ha quedado precioso (las nuevas plantillas muy chulas), las fotos de Cullar impresionantes (no me imaginaba la plaza y la carretera así).. me ha gustado mucho el relato..
ResponderEliminarIrene
Muchas gracias, Juanito, a través de este relato costumbrista nos muestras un esbozo de como pudo ser la vida en el pueblo, privilegio que no hemos tenido los que, por razones que no comprendemos, hemos sido privados de una experiencia tan enriquecedora como esa. No lo he conocido y sin embargo siempre lo he echado de menos.
ResponderEliminarjuanito, me he emocionado, me has echo recordar aquellos años de nuestra infancia, ya que nombras a mucha gente que habita en mi memoria.
ResponderEliminarmuchas gracias. enhorabuena
Impresionante relato con el que nos hace soñar mi suegro. Cada dia me sorprende y cada dia se hace mas entrañable este hombre con cada nueva historia. Un abrazo y no pierdas esta costumbre de ilustrarnos a los mas rezagados....
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